Es importante entender que la sabiduría no se puede extraer directamente de los libros, o de los maestros o las enseñanzas escolares.
Hay que distinguir entre aprender y aprehender; lo primero consiste en adquirir nuevos conocimientos o memorizar información; el segundo, aprehender, es algo más; es adquirir algo, cogerlo, asimilarlo, capturarlo haciéndolo tuyo. Mientras lo aprendido se queda en el intelecto, lo aprehendido afecta a la vida, a la posesión por experiencia.
Pues bien, la sabiduría de la que hablamos aquí no es algo que está fuera y que incorporamos a nuestros conocimientos sino algo que se adquiere con la experiencia de una vida virtuosa; el sabio no puede ser tal sabio en paralelo con una vida corrupta.
Para crecer como hijo de Dios en virtud y en sabiduría debes mirarte a ti mismo con detenimiento. Dios pone su gracia, pero tú has de poner la respuesta. En gran medida depende de ti.
Cuando las cosas no te salen como debieran salir no te enredes pensando en que tal o cual persona o circunstancia no te han acompañado. Es una estrategia muy del ego echar balones fuera a fin de no asumir la responsabilidad. No pienses cómo debe actuar tal o cuál persona, o cuál ha de ser la situación perfecta para tu crecimiento; deja que las personas sean como sean y acepta las circunstancias tal como vienen. Tú lo que debes pensar es: ¿qué debo hacer yo?
La mayoría de nuestros problemas y emociones negativas vienen de enredarse en el pensamiento de “qué debería haber hecho el otro, que debería estar haciendo ahora”, “esto es injusto, esto no debería de ser así, esto es incorrecto, ¿no habíamos quedado en esto?” Y resulta que todo eso que señalas como causante de tu desgracia está fuera de tu control. Al focalizarte hacia afuera lo único que consigues es frustración y desgaste. La respuesta correcta es reconocer que cada instante o circunstancia, sea favorable o desfavorable, es una oportunidad para elegir lo que hago, lo que pienso y lo que digo; en cada situación puedo redefinirme y reconducirme.
Para ello debo asumir que en la adversidad la prioridad número uno es ser virtuosos, optar por el bien y la bondad según la sabiduría adquirida hasta la fecha. Es conveniente advertir también que la adversidad suele venir como el resultado de algo a lo que hemos colaborado directa o indirectamente. Cuando surge un conflicto o una situación adversa debería reconocer que, bien sea por acción o por omisión, mi participación en ese terremoto está ahí. Reconocerlo debería ser un aliciente para ver en toda virtud que practico una respuesta debida al daño que he sembrado desde la ignorancia o desde la consciencia. En cierta manera la virtud repara el roto producido por las malas acciones (cf Lc 7,47; 1 Pe 4,8).
El enfoque de mi respuesta ante la adversidad debe ser: “ahora es el momento de las buenas obras, ahora es el momento de empezar a definir el próximo momento, ahora es el momento de adueñarme de mi próximo momento, de mi futuro; ahora es el momento de construir mi vida, mi realidad”. "Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación" (2 Cor 6,2).
Sabiduría práctica
¿Cómo adueñarte de ti? ¿Cómo conducirte en tu vida diaria para crecer en virtud? Hemos dicho que cultivando la sabiduría y la virtud. Ahora damos un consejo para caminar por la virtud que parece una solución hipócrita y por eso necesita ser explicadas: “Fuera sé práctico y sigue las convenciones; dentro siéntete libre y desarrolla virtud”.
La sociedad necesita un proceso de adaptación a una vida en armonía y paz, igual que tú necesitas un proceso; no se pueden imponer cambios violentando esos procesos. Por eso se recomienda ser práctico fuera, es decir, no forzar los procesos.
Tienes un ejemplo de ello en las palabras de Jesús acerca del divorcio: “Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así” (Mt 19,8). La perfección de la virtud está en el amor para siempre, pero Dios no revela esa perfección de la virtud hasta el tiempo de Jesús, cuando su compasión absoluta o amor sobrepuesto a toda adversidad pudieron hacer mínimamente comprensible el precepto. Sólo desde el amor de Jesús, crucificado por aquellos a quienes ama, se puede entender su doctrina sobre el divorcio. Pues este mismo debería de ser el hilo conductor en nosotros: procurar la perfección, pero sin imponerla a nadie; “todo tiene su momento oportuno” (Ecl 3, 1ss).
Así pues, si estás practicando una alimentación vegetariana para mejorar tu salud, si estás procurando una vida de ocio más saludable, si planificas tus vacaciones con fines más de relajación y concentración que de dispersión o diversión, pueden surgir conflictos con amigos o con miembros de tu familia. Tendrás que moderar tus actos para evitar rupturas y separaciones innecesarias. Evitarás discusiones de sordos, donde sabes que nadie escucha. A ti te corresponde simplemente ser generoso en tu compasión con los que te rodean e interiormente paciente. Nunca debes soltar la paciencia, nunca perder la paz.
Ahora bien, esto no quiere decir que seas un conformistas cuando lo que está en juego son principios de justicia elemental. Si a veces hemos de ser silenciosos y transigentes porque no hay nada que hacer, otras veces habrá que montar escándalos y pasar vergüenza. Por ejemplo: si estás siendo testigo de cómo alguien está maltratando física o verbalmente a otra persona, o si alguien hace un comentario racista o discriminatorio contra alguien, etc. no debes callar. Eso sí, sin perder la tranquilidad ni la paz, dejando ver que no estás contra nadie (no culpes a nadie, la injusticia suele ser fruto de la ignorancia) sino contra actitudes y actos que son humanamente inaceptables.
En los momentos de oscuridad, por tanto, se te da la oportunidad de crecer en fe, esperanza y caridad. En fe porque ¿qué es la fe sino el riesgo de apostar por lo que se cree correcto cuando no se sabe qué hacer?), en amor: ¿qué valor tendría el amor si solo fuera el pago a un amor recibido recibido o que se espera recibir?), y en esperanza, “ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina” -Hbr 6,19-, más allá de la oscuridad del momento presente.
*
“Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. ... Y el Dios de la paz estará con vosotros".( Flp 4,8-9). Concluyo con estas palabras que pueden muy bien resumir lo tratado. Sabed que, por ley de vida, la virtud trae ella misma su premio. Por eso si quieres paz sé pacífico, si bondad sé bueno, si bendición bendice, si justicia sé justo, si amor, ama.
Octubre 2023
Casto Acedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario