lunes, 25 de septiembre de 2023

2.2 Hesicasmo (notas)

Os recuerdo esta entrada que ya se mandó en Junio. No viene mal recordar este modo de oración propio de las Iglesias orientales. La más conocida obra de este modo de orar está recogida en el escrito anónimo de El peregrino ruso.


El Hesicasmo, hesiquiasmo o, más raramente, esicasmo (del griego hēsykhasmós, derivado de hēsykhía"quietud, silencio, paz interior"), es una doctrina y práctica ascética meditativa difundida entre los monjes cristianos orientales, a partir del siglo iv con los llamados Padres del Desierto.

El objetivo del hesicasmo es la búsqueda de la paz interior en unión mística con Dios y en armonía con la creación. Las tres características fundamentales del hesiquiasmo son: la soledad, como medio de huir del mundo; el silencio, para lograr la revelación; y la quietud, para conseguir el control de los pensamientos, la ausencia de preocupaciones y la sobriedad.

Divulgada por Evagrio Póntico  en el siglo iv d. C., es una tradición inicialmente eremítica  y que se hizo célebre en el monasterio del Monte Athos (Grecia). La enseñanza de los místicos rusos orientales afines al hesicasmo es recopilada  en un corpus de textos que se denomina Filocalia.   

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Lo que se expone en el articulo que incluyo en fotocopias es un comentario del Hesicasmo en Rusia según la reforma que establece Nilo Sorskii (1433-1508). Os lo paso porque lo comenté. Interesante es sobre todo:

La idea de la "atención" no tanto como "estar donde se está, viviendo el momento" (centrados en las reglas del monasterio) sino como "guarda del corazón" (portero que vigila la puerta del monasterio interior que somos)

*La aparición en el siglo XIV del "método físico" de la respiración con el añadido de la oración del nombre de Jesús"Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador" (Oración del corazón). Tal vez esto es lo más conocido del hesicasmo hoy en occidente. La enseñanza de esto se recoge en la Filocalia de los padres Népticos (Filocalia significa "amor a la belleza,   y népsis  -"néptico"- sobriedad, sencillez del alma).

Son muy conocidas en los estudios teológicos las polémicas que generó este movimiento, resueltas parcialmente por Gregorio Palamas. Por otro lado se generaron disputas, sobre todo acerca del peligro de endiosamiento y quietismo del monje o laico que practica esta espiritualidad.
  
Nilo Sorsky declara que "sin la disposición interior es inútil ocuparse de lo exterior", algo que apuntamos en nuestro tema de la oración: debe haber armonía entre el ser (orar) y el hacer (vivir el amor). 

Para los hesicastas la naturaleza humana no deja de ser buena en su fondo.  Es la  semilla buena que Dios ha sembrado en el campo (su espíritu, su chispa divina); pero el diablo siembra de noche la cizaña, que se adhiere al alma.  

En cada persona se repite lo acontecido en el paraíso (pecado y alienación-alejamiento de Dios) ; un proceso  que acaba viciando la naturaleza humana.... En este proceso se siguen estas etapas:

1. La sugestión; algo exterior sugiere, provoca el apetito, invita a la transgresión, a obrar el mal. En el relato del libro del Génesis es "el árbol de la ciencia del bien y del mal".

2.  La confrontación o coloquio, el diálogo con el mal, que se debería evitar (Jesús suele decir al demonio : ¡Calla y sal fuera!, no se deja enredar por sus discursos) ... Pero nosotros nos dejamos llevar y nace el deseo de pecar:  "Seréis como Dioses", dice la serpiente, y Adán comienza a ver el árbol como "apetitoso", inclinándose a probar. Nace el deseo de probar, de ocupar el lugar de Dios ("Seréis como Dioses), de decidir desde la desconfianza (abandono de la fe).

3. Se da la lucha, que no siempre acaba con la victoria del hombre. Con frecuencia quien vence es el espíritu del mal.

4. Se cae en la cautividad del diablo. 

5. Final del proceso: nace la pasión, la inclinación habitual (automática) al mal, algo que no tenía la naturaleza humana, que desde ahora es "naturaleza viciada". La pasión se pega a la persona como rémora al barco y no la deja avanzar en la vida espiritual. ¿Quién me librará de la esclavitud de las pasiones? 

El camino espiritual consiste en purificar el alma del "vicio", veneno o rémora que ha introducido en ella el mal. Ya sabemos que el hombre puede regirse por la carne (concupicencia, deseos ególatras, no confundir carne con cuerpo; exterioridad) o por el espíritu o chispa-presencia-fuego divino al interior del hombre (recordad la división tripartita: cuerpo-espíritu-alma). El demonio alienta la concupiscencia (satisfacción del ego), y el Espíritu Santo procura que lo que nos mueva a vivir y obrar sea nuestro espíritu (humano) iluminado por el Espíritu Santo. La pasión es lo que nos ata a la carne. Liberarse de la carne (pasiones, pecados capitales) exige generar automatismos para que sea el  espíritu  el que marque el ritmo de la vida. 


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Dentro de este esquema, los hombres espirituales deben aprender a discernir, para no "consentir" al mal. El "consentimiento" es la esencia del pecado.  

Ahora bien, la experiencia demuestra que para hallar la paz  no basta con evitar el pecado, es decir, evitar que el mal distraiga al alma; no basta con rechazar la sugestión de los pecados capitales, lo que Evagrio llama pensamientos (ideas, sentimientos, mociones, que invitan a prescindir de Dios); y no es suficiente el rechazo porque aunque no se impongan del todo dejan siempre en el alma una semilla de turbación. ¿Cómo orar con fervor si toda mi atención se concentra en superar las distracciones? 

El arte de la paz consiste en la capacidad de reaccionar y rechazar los malos pensamientos al primer movimiento, y rechazarlos sin discusiones, sin detenerse en ellos siquiera un momento. Para ello se ha de trabajar por cambiar las reacciones automáticas viciadas y no dejarse llevar por ellas, porque éstas tienden a darle juego a los pensamientos (sentimientos, mociones) pecaminosos.

Para rechazarlos es preciso conocerlos bien, formarse en el estudio, observar cómo se presentan a la inteligencia del alma, muy sutilmente, sin hacer ruido, como la serpiente en el Edén; y en la práctica, analizando (revisión de vida) cómo reacciono ante la seducción de los pensamientos. 

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¿Cuáles son esos pensamientos que hay que cortar de raíz? Ya los hemos mencionado, los que llamamos "pecados capitales": Gula, fornicación (lujuria), ira, avaricia, envidia (tristeza y acedia), pereza y soberbia (vanagloria). No podemos detenernos a analizarlos aquí detalladamente, pero habrá que hacerlo en su momento.

El padre de todos los pensamientos es la soberbia, algo mucho más pernicioso que la vanidad o vanagloria. A éste pensamiento de soberbia u orgullo Evagrio Pontico le concede el último puesto en la lista, destacando que puede dar al traste con todo lo que se ha conseguido vencer antes en la vida espiritual. 

La soberbia es más que vanidad. El vanidoso se gloría a sí mismo, pero por cosas de poca monta: cualidades como cantar bien, tener habilidades, ser inteligente, etc.. Pero el soberbio se gloría no en los dones naturales que tiene sino que se jacta de los dones divinos recibidos (gracias recibidas), los hace propios y presume de ellos; se atribuye a sí mismo lo que es don de Dios. Es la perversión de lo mejor, que es lo peor que puede pasar (perversio optimi pesima). Fruto de la soberbia es la hipocresía, creerse Dios cuando lo que busco y adoro es mi persona y mis actos.

Contra soberbia, humildad, virtud esencial; sin ella todo va perdido. La humildad es el contrapunto a la soberbia, y ocupa en la tradición monástica un lugar de honor. Sin humidad, repito, todo va perdido. 

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Octubre 2023
Casto Acedo

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