No seas un robot
Es importante que la visión de la vida que vamos adquiriendo en nuestra formación espiritual vaya respaldada por la conducta. Y por conducta no entendemos simplemente algo verbal y físico, sino más bien un estado mental que se hace visible en el modo de reaccionar ante las situaciones que se presentan en el día a día.
En lo referente a esto de la conducta o modo de conducirnos en la vida viene bien un primer consejo: “no seas un robot”. Sabes que un robot no tiene personalidad, es sólo una máquina que actúa siguiendo los patrones programados. Pues bien, ocurre que con los años también tú has ido incorporando a tu vida una serie de patrones que determinan tus reacciones ante sucesos, situaciones o personas.
Me atrevo a decir que el feroz aumento de medios de comunicación y de (des)información va creando una sociedad uniforme, robotizada, previsible en sus reacciones, lo cual conlleva unos peligros impredecibles para la vida espiritual, ya que está, si es genuina, se caracteriza por su vocación de libertad.
La Inteligencia Artificial (IA), cuyo desarrollo está dando lugar a debates muy duros sobre los límites que hay que poner al avance tecnológico industrial, pone de manifiesto que las respuestas programadas a situaciones que van surgiendo pueden acabar con la humanidad. Alejar semejante amenaza no es solo cuestión de leyes de protección frente a los tecnócratas y sus inventos. Frente al demonio que es el automatismo programado (IA) sólo una educación espiritual seria garantizará que podamos seguir siendo lo que somos: personas libres, no máquinas sometidas al imperio de programas o patrones de comportamiento predeterminados.
Para madurar debes tomar conciencia de cuáles son esos patrones. Si estás atento a tu vida puedes observar que la mayor parte del día no estás participando conscientemente en lo que haces; tus reacciones ante lo que tienes delante son en su mayor parte inconscientes; no estás atento a lo que pasa en el presente, y el pasado, con sus patrones, costumbres y condicionamientos, determina tus actos. Las experiencias personales ya vividas, los convencionalismo sociales y los caprichos personales imponen su criterio estableciendo reglas fijas, reacciones automáticas.
¿Por qué ocurre esto? Primeramente porque esos hábitos que repites, aunque sean dañinos, te son familiares y no te crean excesivas molestias; al asumirlos te identificas con la actitud de víctima, como, por ejemplo, te identificas con ser autoritario, criticón o perfeccionista; incluso te alegras de ello. A veces eres consciente de esta identificación, pero otras muchas veces no tienes la más mínima pista consciente de identificaciones muy arraigadas en ti, de aspectos de tu conducta que te definen y que incluso tú mismo ignoras.
No deberíamos reaccionar de manera previsible o automática ante las sensaciones. Como ya comentamos en un tema anterior nos dejamos llevar alegremente por lo que nos es agradable para abrazarlo sin atisbo de autocrítica, por lo desagradable para rechazarlo de plano, o simplemente mostramos indiferencia ante lo que nos parece neutro. No discernimos ni elegimos nada, simplemente reaccionamos como robots; y para que se de un cambio y crecimiento espiritual se requiere salir de este modo tan simplista de reaccionar.
De principio has de asumir que no debes ser tan tolerante con los patrones habituales que te definen, te programan y deciden por ti; patrones que te imponen lo que has de pensar, lo que has de decir y lo que has de hacer. Ha llegado la hora de que tengas voz y voto sobre lo que transcurre dentro de ti, de que dejes de ser un robot sumiso a un mimetismo inconsciente.
¿Cómo dejar de ser un robot?
Quiero vivirme más plenamente liberándome de algunos automatismos adquiridos. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo cambiar mis impulsos inconscientes? Podemos seguir tres pasos: evaluar, elegir y actuar.
Primero evaluar, reconocer y determinar lo que está ocurriendo dentro y fuera de ti. Abrir los ojos de la consciencia al presente, es decir, estar atento. Si no eres consciente de lo que se cocina en el exterior y del modo en que estás reaccionando (sentimientos, emociones, impulsos, etc), si tu radar no detecta lo que estás viviendo, el contexto en que lo vives, la situación concreta, los condicionamientos, etc., no vas a poder actuar el cambio en tu vida. El primer paso para salir de la trampa del automatismo es pausar tu actividad, acostumbrarte a estar donde estás, vivir el presente, despertar a lo que ocurre aquí y ahora.
Segundo, elegir. Se trata de determinar cuál es el mejor curso de acción. ¿Recuerdas cuando hablamos de que la verdadera felicidad supone tener la conciencia limpia y elegir la verdadera satisfacción? Pues eso. Se trata de decidir tu respuesta con una visión certera de qué es lo que más te conviene, qué es lo más beneficioso que puedo decir o compartir en cada situación concreta. Lógicamente nos referimos aquí a “lo que más te conviene” teniendo en cuenta no sólo el interés de tu ego sino el de tu ser auténtico, lo cual te lleva a medir tus actos mirando también el bien de los demás y el de todos los demás seres.
Finamente hay que actuar con decisión, porque no se avanza simplemente haciendo un diagnóstico de la situación y sabiendo cuál es la respuesta más apropiada para ella; hay que pasar a la acción, actuar decisivamente con plena presencia y convicción. Y aquí hallamos el principal escollo, porque hay que abrir nuevos canales por los que dejar fluir el agua de la vida. Cuando el agua baja de la montaña y va tallando el terreno haciendo unos surcos; por esos canales el agua baja con más facilidad, y por eso es lógico que siga ese curso que ya está hecho. Y lo mismo pasa a nivel neuronal, social y de hábitos. Solemos dejarnos arrastrar por el “siempre se ha hecho así”, siempre ha bajado el agua por ese canal. Por eso, cuando elegimos un camino distinto, actuar de una manera nueva, tienes que recapacitar y, sobre todo al principio insistir en hacer las cosas con presencia (consciencia presente) y convicción. No es fácil abrir un nuevo canal cuando ya la tendencia del agua se ha acostumbrado a bajar cómodamente por el antiguo. Por eso es preciso una decisión firme.
Así que, date tiempo y oportunidad para conocer cuánto de robot eres, cuánto estás dispuesto a trabajar para dejar de serlo y cuánto de decisión hay en ti para cambiar a mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario