jueves, 25 de abril de 2024

7.4 Atención a los estados aflictivos

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios» (Jn 3,2
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¿De dónde nace la energía para nuestras críticas y demás acciones negativas? Normalmente tienen su origen en los estados aflictivos: tristeza, orgullo, ira, venganza, apego, confusión... Cuando una emoción negativa está floreciendo en el corazón el instinto primario parece decirnos que si implementamos esa emoción, si damos rienda suelta a la ira, la venganza, el apego, etc., vamos a lograr satisfacción. 

Si tengo ante mí el objeto que deseo me da la sensación de que si lo consumo quedaré satisfecho. Si critico a esa persona que se ha portado mal voy a sentirme bien. Pero esa sensación es errónea; si das rienda suelta a tus energías negativas no logras satisfacción sino más sufrimiento, más dolor, más insatisfacción. No olvides que la causa del sufrimiento está en las aflicciones; y si damos rienda suelta a éstas aumentamos el problema.

Hay que estar prevenido. Es verdad que dentro de nosotros va a surgir la falsa intuición de que el brote emocional aflictivo es bueno, correcto, favorable. ¿Qué mal hay en responder a la crítica con la crítica?, piensas. ¿No es de justicia? ¿No es lógico sentir ira, deseos de venganza hacia quien tanto daño me hace? Así discurrimos y justificamos el “ojo por ojo”; sin embargo, eso que nos parece justo no va a producir sino más angustia, más dolor e  insatisfacción. Excluir de nuestro amor a alguien siempre se volverá en contra generando más sufrimiento.

¿Cómo salir del bucle del sufrimiento que producen los estados aflictivos? Damos tres pistas importantes a tener en cuenta:

1. Primeramente reconoce que estás bajo la influencia de las aflicciones. No es fácil, pero si tomas conciencia de tu ser en medio de la emoción que te embarga, si desde la frialdad objetiva de la mente logras mirar tu interioridad acalorada y afectada por el enfado, si consigues darte cuenta de cómo la emoción aflictiva está manejando los hilos de tu conducta, has dado un gran paso. Se trata de que percibas que hay una fuerza rara que te está manipulando, que está resolviendo dentro de ti sin contar contigo.

El deseo de hacer daño, de responder con ira a quien te ha criticado o dañado, es una sensación tan grata que no te das cuenta de él hasta muy tarde. Sin embargo, la ira es agobiante, crea malestar, no te gusta vivir en el enfado, pero mientras estés mirando la realidad desde él, mientras estés dentro de la película que lo ha generado, no encontrarás salida a tu frustración..

Cuando te das cuenta de que la ira te domina, de que es el enfado el que manda en tus decisiones y tus acciones, comienza tu liberación. Es aquí importante el papel que juega en esto el cuidado, la atención vigilante o el recogimiento, temas que ya tratamos en su momento.

2.En segundo lugar es importante que no te identifiques con la emoción que sufres; aprende a mirarla como algo que está pasando por ti, pero que no eres tú; es como un visitante que pasa por tu casa y huele mal, pero no eres tú, es el visitante el que desprende mal olor. No es tu casa, no es tu aliento, no es tu sudor. “No soy yo; yo no soy la ira, ni la tristeza, ni el apego, ni la envidia; hay un estado de ira, tristeza, apego o envidia que me invade, que se ha infiltrado, una nube negra y espesa que pasa por mí”. No te identifiques con esos estados; tú no eres nada de eso.

3.Y para finalizar, aminora y haz desparecer la aflicción que te afecta cultivando el remedio adecuado para ello. Ya vimos en un tema de la primera etapa los remedios para los estados aflictivos (sanar las 5 aflicciones primarias): para el apego (deseo, aferramiento, adicción,...) mira lo engañoso que es; al odio responde con amor; a la ignorancia de quién eres  ponle sabiduría (conocimiento de tu naturaleza); la envidia corrígela con autoestima; el orgullo con humildad.

Es un reto importante que identifiques tus aflicciones, que son las que causan tus críticas y tus conductas inadecuadas; una vez identificadas has de trabajarte interiormente poniendo los antídotos adecuados: donde haya apego pon generosidad; donde haya odio pon amor; donde haya ignorancia y oscuridad pon una seria formación espiritual; donde haya envidia pon reconocimiento de lo que vales; y donde haya engreimiento y orgullo pon humildad y servicio.

Son importantes los actos, los gestos prácticos; en ellos está la batalla; no basta con los conocimientos teóricos, se necesitan acciones reales que afiancen la certeza de lo que somos: amor, bondad, compasión, misericordia, "amor incliusivo". Ya sabemos que la vida espiritual consiste en ir sacando a luz nuestro espíritu, lo que somos, eliminando las conductas negativas a las que nos lleva el velo de nuestro ego. Es una tarea ardua pero hermosa, gratificante cuando vamos descubriendo que al soltar las ataduras emocionales que nos afligen y al activar la bondad y el amor que somos  nacemos a una vida nueva, la vida del y en el Espíritu (cf Jn 3,4-8).

Abril 2024
Casto Acedo

7. 3 Tolerancia a las críticas.

Como complemento al tema anterior, aunque también con cierta autonomía, va este tema para vuestra consideración. Interesante.


Sé tolerante a las críticas

Si es verdad que somos aficionados a la crítica también es verdad que a menudo somos objeto de críticas por parte de quienes no nos quieren bien o no acaban de asimilarnos a su cultura.

Por eso, además de mordernos la lengua y ejercitarnos en el silencio,  debemos preguntarnos acerca de cómo toleramos las juicios que otras personas hacen sobre nosotros, o que incluso nosotros mismos podemos hacernos (autocrítica). ¿Cómo lidiar con las críticas sobre nosotros?

En este sentido comenzámos diciendo algo que ya apuntábamos al hablar de la adversidad: las críticas que recibimos suelen parecernos situaciones adversas, y como tales nos cuesta asumirlas; sin embargo habría que decir que toda crítica que se nos haga es un regalo que se puede convertir en crítica constructiva en el sentido de que puede ayudar a autoanalizarnos y a ejercitarnos en encajar las críticas sin perder la paz. Si sólo vemos en las críticas algo injusto, despreciable, que no merece sino una respuesta similaren dureza, es porque no estamos avanzados en nuestro camino espiritual. Es un síntoma evidente de que aún tenemos mucho trabajo por hacer.

Las críticas adversas, vistas desde nuestro lado, no tienen por qué ser consideradas  negativas. Sea como fueren vamos a tener que afrontarlas sí o sí. Y no son necesariamente señal de que algo vaya mal. Muy al contrario, pueden ser un síntoma de que se va por el buen camino. Si no te critican es probable que no estés haciendo nada maravilloso, nuevo o importante. Resulta clarificador el hecho de que prácticamente todos los que hoy reconocemos como Premios Nobel de la Paz hubieron de pasar por unos primeros momentos muy críticos. Y si miramos a Jesús de Nazaret, nuestro maestro, vemos que ni él mismo se libró de juicios y críticas malévolas.


Reconoce que si no tienes críticos es porque estás en el promedio, en el centro de la manada, en medio de la tribu; no estás inquietando a nadie, porque no te mueves significativamente. Casi te diría que si no te critican es porque estás muerto o muerta. El cementerio es el lugar más acrítico que existe. Todo el mundo habla bien o no dice nada de los que reposan en la muerte. Han dejado de ser molestos. 

Cuando propones cambios en la sociedad, cuando te mueves hacia la orilla y buscas espacios alternativos al conservadurismo ambiente eres un pionero, y eso supone una amenaza para los conservadores que se instalan en el romanticismo tradicionalista del “siempre ha sido o siempre se ha hecho así”. Éstos  saben que cualquier alteración de lo de siempre amenaza su posición social. ¿No es esclarecedor en este sentido el hecho de que saduceos y fariseos se mostraran hipercríticos con Jesús? Toda persona que arriesga por mejorar recibe críticas por parte de quienes desean permanecer quietos, ya sea por pereza o por miedo.

Los cambios se dan cuando se asume el riesgo de ser criticados con argumentos  que suelen tener su origen en visiones subjetivas de la realidad. El pensamiento y los hábitos de la mayoría son proclives a no aceptar los de la minoría. Así, en un país con mayoría de vegetarianos se critica a los carnívoros, y viceversa, donde la carne se encumbra como alimento se critica a los vegetarianos; en una España donde el matrimonio para toda la vida era la norma se criticaba cualquier atisbo de ruptura o infidelidad, hoy se critica a quienes ponen en valor un matrimonio indisoluble hasta la muerte; en sociedades teocráticas como la musulmana se critica cualquier incumplimiento de la moral confesional, sin embargo, en sociedades laicas se critica el sometimiento a unas leyes morales religiosas, etc.

Todo esto indica que nos quedan dos caminos: someternos al rebaño o buscar nuestro camino y seguirlo a pesar de la persecución verbal o material. Todo sin reaccionar con violencia a la violencia equiparándonos a los que nos juzgan. Para ello puede ayudarnos el entender que la crítica no es sino la conclusión de una persona que tiene tras de sí una historia muy concreta. 

Puedes preguntarte acerca de por qué quien te critica piensa como piensa; esto te ayudará a comprenderle y a aceptar su crítica como conclusión lógica de su historia personal, de su contexto cultural, de su temperamento, su formación, sus estudios, sus inclinaciones, etc. Mirar esto te enseña mucho sobre el funcionamiento de quien emite la crítica; y también puede enseñarte a comprenderte a ti mismo, porque también tú estás mediatizado en tus ideas y posiciones, que responden también a una cultura, un temperamento, unos sentimientos, etc.

Por tanto, cuando encuentres incomprensión por parte de quienes se niegan a respetar tus cambios, cuando te sientas criticado o criticada, no respondas con la misma moneda. Lleva el tema a tu oración y, manteniendo tu camino, acoge las críticas y perdona a tus críticos. Mírales  con comprensión y amor no les excluyas. Al acoger las críticas haces un ejercicio de autocrítica y descubres si hay en ellas algo de verdad que debas asumir; y al perdonar a quien te critica te entrenas en la virtud de la tolerancia, que es amor compasivo por quien aún no ha descubierto que la aceptación propia y el respeto al prójimo son piezas clave para una vida feliz y pacífica.

Toma nota, pues, de las críticas que recibes, y haz de ellas un boomerang aprovechando su energía para autoconocerte y crecer en misericordia. 

Abril 2024
Casto Acedo.