jueves, 25 de abril de 2024

7. 3 Tolerancia a las críticas.

Como complemento al tema anterior, aunque también con cierta autonomía, va este tema para vuestra consideración. Interesante.


Sé tolerante a las críticas

Si es verdad que somos aficionados a la crítica también es verdad que a menudo somos objeto de críticas por parte de quienes no nos quieren bien o no acaban de asimilarnos a su cultura.

Por eso, además de mordernos la lengua y ejercitarnos en el silencio,  debemos preguntarnos acerca de cómo toleramos las juicios que otras personas hacen sobre nosotros, o que incluso nosotros mismos podemos hacernos (autocrítica). ¿Cómo lidiar con las críticas sobre nosotros?

En este sentido comenzámos diciendo algo que ya apuntábamos al hablar de la adversidad: las críticas que recibimos suelen parecernos situaciones adversas, y como tales nos cuesta asumirlas; sin embargo habría que decir que toda crítica que se nos haga es un regalo que se puede convertir en crítica constructiva en el sentido de que puede ayudar a autoanalizarnos y a ejercitarnos en encajar las críticas sin perder la paz. Si sólo vemos en las críticas algo injusto, despreciable, que no merece sino una respuesta similaren dureza, es porque no estamos avanzados en nuestro camino espiritual. Es un síntoma evidente de que aún tenemos mucho trabajo por hacer.

Las críticas adversas, vistas desde nuestro lado, no tienen por qué ser consideradas  negativas. Sea como fueren vamos a tener que afrontarlas sí o sí. Y no son necesariamente señal de que algo vaya mal. Muy al contrario, pueden ser un síntoma de que se va por el buen camino. Si no te critican es probable que no estés haciendo nada maravilloso, nuevo o importante. Resulta clarificador el hecho de que prácticamente todos los que hoy reconocemos como Premios Nobel de la Paz hubieron de pasar por unos primeros momentos muy críticos. Y si miramos a Jesús de Nazaret, nuestro maestro, vemos que ni él mismo se libró de juicios y críticas malévolas.


Reconoce que si no tienes críticos es porque estás en el promedio, en el centro de la manada, en medio de la tribu; no estás inquietando a nadie, porque no te mueves significativamente. Casi te diría que si no te critican es porque estás muerto o muerta. El cementerio es el lugar más acrítico que existe. Todo el mundo habla bien o no dice nada de los que reposan en la muerte. Han dejado de ser molestos. 

Cuando propones cambios en la sociedad, cuando te mueves hacia la orilla y buscas espacios alternativos al conservadurismo ambiente eres un pionero, y eso supone una amenaza para los conservadores que se instalan en el romanticismo tradicionalista del “siempre ha sido o siempre se ha hecho así”. Éstos  saben que cualquier alteración de lo de siempre amenaza su posición social. ¿No es esclarecedor en este sentido el hecho de que saduceos y fariseos se mostraran hipercríticos con Jesús? Toda persona que arriesga por mejorar recibe críticas por parte de quienes desean permanecer quietos, ya sea por pereza o por miedo.

Los cambios se dan cuando se asume el riesgo de ser criticados con argumentos  que suelen tener su origen en visiones subjetivas de la realidad. El pensamiento y los hábitos de la mayoría son proclives a no aceptar los de la minoría. Así, en un país con mayoría de vegetarianos se critica a los carnívoros, y viceversa, donde la carne se encumbra como alimento se critica a los vegetarianos; en una España donde el matrimonio para toda la vida era la norma se criticaba cualquier atisbo de ruptura o infidelidad, hoy se critica a quienes ponen en valor un matrimonio indisoluble hasta la muerte; en sociedades teocráticas como la musulmana se critica cualquier incumplimiento de la moral confesional, sin embargo, en sociedades laicas se critica el sometimiento a unas leyes morales religiosas, etc.

Todo esto indica que nos quedan dos caminos: someternos al rebaño o buscar nuestro camino y seguirlo a pesar de la persecución verbal o material. Todo sin reaccionar con violencia a la violencia equiparándonos a los que nos juzgan. Para ello puede ayudarnos el entender que la crítica no es sino la conclusión de una persona que tiene tras de sí una historia muy concreta. 

Puedes preguntarte acerca de por qué quien te critica piensa como piensa; esto te ayudará a comprenderle y a aceptar su crítica como conclusión lógica de su historia personal, de su contexto cultural, de su temperamento, su formación, sus estudios, sus inclinaciones, etc. Mirar esto te enseña mucho sobre el funcionamiento de quien emite la crítica; y también puede enseñarte a comprenderte a ti mismo, porque también tú estás mediatizado en tus ideas y posiciones, que responden también a una cultura, un temperamento, unos sentimientos, etc.

Por tanto, cuando encuentres incomprensión por parte de quienes se niegan a respetar tus cambios, cuando te sientas criticado o criticada, no respondas con la misma moneda. Lleva el tema a tu oración y, manteniendo tu camino, acoge las críticas y perdona a tus críticos. Mírales  con comprensión y amor no les excluyas. Al acoger las críticas haces un ejercicio de autocrítica y descubres si hay en ellas algo de verdad que debas asumir; y al perdonar a quien te critica te entrenas en la virtud de la tolerancia, que es amor compasivo por quien aún no ha descubierto que la aceptación propia y el respeto al prójimo son piezas clave para una vida feliz y pacífica.

Toma nota, pues, de las críticas que recibes, y haz de ellas un boomerang aprovechando su energía para autoconocerte y crecer en misericordia. 

Abril 2024
Casto Acedo. 

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