sábado, 30 de diciembre de 2023

4.1 Amor bondadoso

 Comenzamos con una breve introducción acerca del amor como arte, mitad inspiración, mitad entrenamiento, y luego comentamos algo de lo que llamaremos “amor bondadoso”

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”. (San Agustín de Hipona).
El arte de amar

Erich Fromm escribió en el año 1956 un ensayo de notable éxito donde trata del amor; y que tituló El arte de amar. Este escrito ha ayudado a varias generaciones a reflexionar sobre el amor y a hacerse algunas preguntas tan sencillas como qué es el amor y qué es amar. Al hablar del amor como un arte da a entender que, como cualquier arte, el amor requiere conocimiento y esfuerzo, y como todo arte tiene una parte de inspiración y otra de aprendizaje. Asimismo E. Fromm concibe el amor no sólo como una relación personal, sino como un rasgo de madurez que se manifiesta en diversas formas: amor erótico, amor fraternal, amor filial, amor a uno mismo.

Nosotros vamos a tratar aquí del amor en un sentido amplio; el amor universal que se concreta en la bondad, amor bondadoso que es una forma de amor que se basa en la compasión, la generosidad y el deseo sincero de hacer el bien a los demás, contribuyendo así a relaciones más sanas y positivas. Meditar sobre el amor bondadoso es abrir la conciencia a un amor universal

Contemplar el amor e impregnarse de su misterio es una de las mayores obras que se pueden hacer. Cuando el amor ocupa el centro de mi ser, cuando “ya todas estas potencias y habilidad del caudal de mi alma y mi cuerpo, que antes algún tanto empleaba en otras cosas no útiles, las he puesto en ejercicio de amor”, estoy cumpliendo el fin para el que  existo, una vida donde “ya sólo en amar es mi ejercicio” (cf Juan de la Cruz, Cantico espiritual, 19, 7-9).


Amor, empatía y sanación

El amor es empático, es decir: tiene la capacidad de despertar empatía; hace entrar en conexión con el otro sintiéndolo como parte propia hasta sentir que todo lo que afecta a mi hermano me concierne a mí (cf Mt 25,40.45). Sentir al prójimo como parte de mi ser, amarlo como a mí mismo (Mc 12,31), facilita que pueda realizar una de las prácticas más exigentes del amor compasivo: poder tocar el dolor y el sufrimiento del mundo, interesarme en el bien de los demás sin pretender adueñarme de ellos.

Es importante desarrollar en mi un amor así, que me ayude a entrar en contacto con todas las personas y con su estado interno sin vanagloriarme en su felicidad y sin hundirme en su sufrimiento al hacerlo mío.

El amor es sanador, sana todos los miedos existenciales producidos por la tacañería y la avaricia. Porque el amor es presencia y vocación de apertura, donación, dar y dar-se, y asi puedo neutralizar mi egocentrismo y tacañería y erradicar las emociones que me conducen a conductas tóxicas. 

Cuesta entenderlo, pero un instante de meditación en que quede absorto en el amor bondadoso de Dios que me habita y se proyecta hacia toda la creación,  o cuando realizo una obra por pura gratuidad amorosa, estoy sanando en profundidad todo aquello que distorsiona mi vida. Es lo que dice Jesús: al que ama mucho se le perdona mucho (cf Lc 7,47).

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Amor bondadoso

El que llamamos amor bondadoso se dirige a todos los seres, es universal en el sentido geográfico y humano. Si dividimos a los seres, o a las personas, en tres categorías: las que están pasando por un momento bueno, los que están en un momento malo y los que viven en un momento rutinario, cotidiano, el amor bondadoso se relaciona con todos ellos, aunque se ve más claro en cuando se dirige a los últimos:
*con quien está pasando un momento malo el amor se manifiesta como compasión (amor compasivo)
*con quien vive momentos buenos como regocijo (amor de regocijo),
*y con quien está pasando por una etapa de mediocridad o simplemente nos parece indiferente y neutral, el amor altruista se manifiesta como bondad (amor bondadoso).

El amor bondadoso lo motiva el estar bien (regocijo) o estar mal (compasión) del objeto amoroso.  Es un amor  que hay que distinguir del amor que creemos vivir en el día a dia, que aparentemente es amor gratuito, pero si observamos bien descubrimos que no lo es tanto, porque suele estar movido por la alegría del ser amado (amor de regocijo) o por su dolor (amor compasivo). Lo que solemos llamar amor parece más un amor de do ut des, “te doy para que me des”, un trueque, o un contrato, “te amo, pero sólo en la medida en que tú me amas a mí”; un modo de asegurarme aliados con quienes alcanzar seguridad, acompañamiento, admiración, mimos, atenciones o ayuda. 
Lo que llamamos amor bondadoso, sin embargo, es incondicional, sin expectativas de un beneficio personal. Me interesa el bien del otro, su salud, su éxito, su felicidad y me despreocupo por lo que pudiera recibir a cambio. Esto es amor genuino.

Un amor así vive en el deseo de que todos los seres sean felices, y desea que las circunstancias y situaciones  faciliten a todas las personas el disfrute de una felicidad genuina y sostenible. Deseamos lo mejor para los demás, nos preocupa que tengan siempre a su disposición los recursos para ser dueños de su felicidad. Y  deseamos que la felicidad que hallen sea sostenible, es decir, que no dependa de las causas externas. Hay una felicidad que es relativa, porque se acaba cuando se acaba eso que exteriormente nos hace felices; y también hay una felicidad diabólicamente engañosa, como la que llega por la dependencia de estupefacientes. El amor verdadero trabaja porque arraigue en toda persona  una felicidad sostenible que no suponga peligro para ellos ni para nadie y les lleve a lograr su mayor aspiración: la plenitud de vida, la perfección del ser, la bienaventuranza absoluta.

El amor bondadoso cuida el no caer en su antítesis que es la malicia o deseo de que otros caigan en desgracia. A veces hay un deseo de mal para otro, bien porque envidio su situación o por un deseo de venganza; se desea la caída del otro, que tenga mala fortuna, que pase por momentos de dolor y de ruina. Es importante que tomes nota si en algún momento surgen en ti esos deseos, porque ahogan el amor bondadoso y te privan de su alegría. Si hay un enemigo para la vivencia y la práctica del amor bondadoso  es el deseo malicioso; apenas asome a tu mente debes aplastarlo con el deseo consciente de un amor bondadoso.


¿De dónde nace ese amor universal-bondadoso? ¿Cuál será su causa cercana? Nace principalmente de la conexión con los otros por la empatía, deseando para todos lo que deseo para mí, ser reconocido, ser amado, ser feliz. Lo que deseas para ti deséalo para los otros. “Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella” (Mt 7,8).

Este amor bondadoso es algo natural que existe en todos, pero que la ceguera del corazón ofuscado por los pensamientos malignos mantiene oculto e improductivo. Dios es bueno, e hizo todas las cosas buenas. "Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno" (Gn 1,31); todo participa de la bondad de Dios. Somos imagen de Dios-amor y participamos de su misma bondad amorosa. Pero ocurre que cuando el amor divino intenta salir hacia fuera se cruza con el egocentrismo que inclina al aferramiento, al apego a lo nuestro y a los nuestros: “que yo y los míos seamos felices”, decimos, en vez del deseo altruista de "que todos sean felices". 

La tentación está en pensar: ¿qué gano yo con que todos sean felices? El egocentrismo tira para casa, "deseo el bienestar y la felicidad para mí y si sobra algo repartiré algunas migajas a los demás". Hay que estar atentos, porque el afecto que tenemos a lo nuestro es bueno, pero suele estar contaminado por el egocentrismo y genera el aferramiento, las expectativas, la posesión y la parcialidad. No vendrá mal contemplar en ti hasta que punto eres siervo del egocentrismo hasta el punto de no ser capaz de vivir  el amor bondadoso universal

Finalmente anotamos que el equilibrio del amor total vendrá por la imparcialidad y ecuanimidad. Cuando el egocentrismo manipula la bondad haciendo que seamos parciales e injustos deberíamos recurrir a la imparcialidad o la ecuanimidad; con ellas podemos neutralizar el aferramiento. Básicamente consiste en que asumamos que todos los seres tienen los mismos derechos y la misma necesidad de ser felices y merecen serlo por igual. El amor genuino evita beneficiar más a quienes amamos o a quienes nos aman (amigos) y toma la determinación de llevar a la práctica el deseo de que no haya favoritismos que generen barreras. El amor es enemigo de todo tipo de división, ya sea por racismo, ideas, prejuicios, etc.

Estamos apuntando al amor que pide Jesús: 
“Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros” (Lc 6, 32-38)


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Enero 2024

Casto Acedo

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