Hace unos días terminé la lectura del libro de
Nazareth Castellanos El puente donde habitan las mariposas, obra que
me ha parecido excelente por su carácter divulgativo de los avances de la
neurociencia, una disciplina que aún está en mantillas, pero que parece que debemos considerar importante no sólo para el ámbito de la psicología sino también para el
desarrollo espiritual.
Aunque mi ignorancia científica sobre la biología del cerebro me ha hecho difícil la lectura de algunos capítulos, me gustaría compartir con vosotros algunos puntos más cercanos a la psicología y la espiritulidad. No son novedad para le grupo. Más bien son una oportunidad para recordar cosas que ya sabemos y que se nos iluminan desde una perspectiva científica. Me limito a comentar algunas de las afirmaciones de la autora que nos pueden
ayudar de cara a la meditación.
Lo hago en cuatro apartados.
1.
Ser escultores de nuestro ser divino
Abre el tema del libro una frase de Santiago
Ramón y Cajal: «Todos podemos ser escultores de nuestro cerebro si nos lo
proponemos». ¡Si nos lo proponemos! Es verdad que si
esto lo aplicamos no al cerebro como masa biológica sino a la profundidad del
alma, deberíamos añadirle “si Dios quiere·”. Parafraseando: «Todos podemos ser escultores
de “nuestro ser divino”, si nos lo proponemos». ¿Y
qué hacemos cuando meditamos sino responder a esa propuesta de ser escultores
de nuestra vida espiritual? Entiendo “espiritual” como un concepto integral que
abarca cuerpo-alma-espíritu.
El cuerpo, la psiché (alma) y la
conciencia de la persona son don de Dios, pero, como dijo acertadamente san
Agustín “Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. La vida no se nos da vivida sino para que la
vivamos. Nacemos como incrustados en un bloque de granito que ha de ser esculpido. La
calidad del granito está certificada. La materia
está dada y es de primera calidad, y cada cual es llamado a esculpir en ella el propio yo.
La meditación es un instrumento para pulirel srer. No
sólo esculpe el cerebro sino que, con él, esculpe el espíritu.
2.
Cerebro y corazón sincronizados en el encuentro
Otro párrafo que me ha llamado la atención es la seguridad con la que habla del alcance y las consecuencias del “encuentro” personal. Dice así:
“También nos comunicamos con los demás a través de los hilos invisibles de la biología. Cuando prestamos atención a alguien, se establece una correspondencia entre la actividad de los cerebros y los corazones de esas personas, que tienden a sincronizarse. Y es en ese enlace visceral donde se produce un intercambio de información que solo ahora empezamos a conocer científicamente, pero que ya sabemos que modula la capacidad de aprendizaje del cerebro. Los mecanismos de ese cableado sutil que une nuestro cuerpo al del otro cuando le prestamos atención también construyen nuestra personalidad. Cuando le prestamos la atención a alguien no nos la devuelve intacta. ¡Cuidado!”.
La invitación al cuidado la entiendo en un doble sentido. "Cuidado" en el sentido de prevención, porque de nuestras relaciones depende nuestro crecimiento o deterioro espiritual; hay que mirar con quién y de qué forma nos relacionamos; y "cuidado" en el sentido de cultivar, esmerarse en pulir nuestro cerebro y corazón para una vida feliz.
Cualquier encuentro marca la personalidad según el nivel de comunicación que se da entre quienes se encuentran. En un simple cruce de miradas se produce un intercambio mutuo para los que la comparten. Si compartir ideas o gestos nos afecta siempre, ¿no merece la pena cultivar la calidad de los encuentros?
Y aquí, a partir de la primera lectura del domingo pasado (Aparición de Dios a Abrahám en el encinar de Mambré, Gn 18,1-10) y del evangelio (pasaje de Marta y María, Lc 10,38-42) me viene a la mente la idea de la “hospitalidad”. ¡Qué importante es la acogida amorosa, el cuidado, de uno mismo y del otro! Abrahán se “encuentra” con Dios, abre para Él su tienda, le sirve la mesa, y el paso de Dios por su vida no es indiferente, es fecundo: Sara, su esposa, concebirá un hijo.
Lo mismo ocurre con María, hermana de Lázaro, atenta a la presencia de Jesús, a quien recibe como huésped; tan atenta a sus palabras y gestos que merece la alabanza del Maestro: “ha escogido la mejor parte y no le será quitada”, porque su corazón está en lo esencial, en lo que permanece para siempre, y así su vida se verá premiada con una merecida fecundidad espiritual. Marta, sin embargo, cerrada en un monólogo interior que le lleva al juicio y la queja contra su hermana, sólo recibirá decepciones. Sin dejar de ser una buena persona, cumplidora de su tarea, Marta se está perdiendo la experiencia de un cambio integral en profundidad. Se ganará el cielo por su actividad servicial, pero su queja deja ver que se está perdiendo el goce de Dios en esta vida.
El contacto con otros no regresa intacto a nosotros, los lazos que tendemos o los muros que ponemos por medio siempre nos rebotan de un modo positivo o negativo. Aunque nuestra actitud sea de indiferencia nuestra alma quedará marcada por la calidad del encuentro. ¡Qué importante es esto! Nos sugiere la urgencia de trabajar nuestras relaciones humanas, y por supuesto nuestra relación con Dios, la vida de oración.
La asiduidad a la Eucaristía dominical, con la escucha de la Palabra en ella y la participación en el sacramento (comunión), esculpe nuestro ser, en mayor o menor grado según sea nuestro grado de atención. Siempre he creído que dejar la práctica básica de la Misa Dominical, poco a poco, pruduce un deterioro de los lazos que facilitan la vida espiritual cristiana. Y, al contrario, la fidelidad a la celebración eucarística semana tras semana garantiza la conversión contínua fortaleciendo a la persona. El secreto de la abundancia de gracias está en la atención que se presta al rito, porque en esa atención se da la apertura al amor. Bastar con que despertemos nuestra atención cada domingo en la Misa para que nuestra vida de un gran cambio. En la celebración del Misterio la atención nos conecta con el corazón de Dios.
3. La decisión o el compromiso
Citanto a F. W. Goethe, se dice en el libro de Nazareth que
“en el momento en que uno se compromete, también interviene la providencia. Ocurren entonces todo tipo de cosas positivas que de otro modo nunca se habrían producido. Una serie de acontecimientos derivan de esa decisión, poniendo a favor de uno incidentes fortuitos, encuentros y apoyo material que ningún hombre podría haber soñado con lograr». ¡En el momento en que uno se compromete! Una vez más: ¡si uno se lo propone!”
Esto me recuerda al chiste de quien rezaba al santo patrón para que le tocara la lotería; y el santo le responde: “por lo menos compra el billete”. Ciertamente que todos deseamos progresar en la vida espiritual. Pero si no ponemos los medios (estudio, meditación, práctica,...), nuestro cambio será pobre. La voluntad de Dios pide respuesta por parte de la voluntad humana.
Podemos confiar en la providencia de encontrarnos con alguien, y en nuestro caso también Dios, pero si no tomamos la decisión de programar el contacto, o de practicar asiduamente oración y caridad tendremos pocos avances en la relación. Es importante tomar decisiones que apunten a la meta a la que aspiramos. La providencia divina no es una invitación a la pasividad sino a abrir las ventanas con la atención para que nos inunde la Luz que viene de lo alto.
Modelo de decisión y compromiso: María de Nazaret. "Aquí estoy" ... "Hágase según tu palabra".
4. Respirar
Partiendo de una conferencia de M. Heidegger, Construir, habitar, pensar, Nazaret Castellanos, dice que la parte central de la ponencia la centra el filósofo en habitar, y comenta textualmente:
“Dice el filósofo que (habitar) es dejar libre nuestra esencia y que solo así se puede construir. Pero ¿cómo se aprende a habitar la vida, señor Heidegger? Solo encontré una respuesta: en la experiencia consciente de la respiración. Al menos es lo que encontré en mis experimentos y en los artículos científicos, pero mucho antes lo había encontrado sentada en el cojín. Ahí encontré la calma, «aquella que asegura el auténtico crecimiento»”.
Desde aquí la autora del libro desplegará unas notas sobre la respiración recurriendo, en una ficción literaria, al intercambio epistolar que M. Heidegger y Hanna Arendt, fiósofa y periodista, mantuvieron como amantes. En estas cartas resume la autora lo esencial de la respiración para la meditación. Transcribo estas perlas:
* La respiración es un proceso mayoritariamente automático, controlado de forma inconsciente por núcleos neuronales situados en el puente del tronco del encéfalo. Es el proceso mediante el cual nuestro cuerpo intercambia gases con el medio exterior, permitiendo la entrada de oxígeno y emitiendo dióxido de carbono. ... Sobra mencionar la importancia vital de la respiración para mantenernos vivos, sin embargo, solo ahora se comienza a estudiar científicamente su importancia para mantenernos humanos.
* Yo nunca lo había observado en mí, pero solemos inhalar de repente cuando vamos a realizar cualquier tarea. ... La inhalación activa la corteza frontal y el hipocampo, preparando así la cognición. Cuando esta excitabilidad neuronal provocada por la inspiración está ausente o es pobre, nuestros recursos cognitivos estarían mermados. Por el contrario, la exhalación se ha asociado con procesos emocionales y somatosensoriales, como la capacidad de sobresalto, el procesamiento del dolor o de la ansiedad ... Cada segundo cuenta, la relación entre el cerebro y la respiración es continua y detallada. Esta última es llamada para coordinar la dinámica neuronal. Un gran recurso al alcance de nuestra voluntad.
* Una respiración irregular puede afectar a los sistemas de predicción cerebral y por tanto atenuar nuestras capacidades cognitivas y emocionales, siendo un indicador de alteraciones o potenciales alarmas psiquiátricas. Nuestros resultados e hipótesis proponen la regularidad de las fases respiratorias, especialmente de la apnea, como herramienta terapéutica y preventiva. De ahí que gran parte del éxito de las técnicas de respiración se base, como punto de partida, en establecer un orden en el patrón respiratorio. La repetición de una secuencia de respiraciones induce regularidad en el ciclo respiratorio. Una respiración a la deriva es una mente a deriva.
* La actividad neuronal, cuando contemplamos nuestra respiración, es superior a cuando dirigimos la atención a cualquier estímulo del exterior. Al hacerlo se fortalece un área cerebral llamada corteza cingulada, exactamente su parte anterior, que está más cerca de la frente, y esta región está involucrada en la gestión del estado de ánimo.
* Observe que, pese a todo, su cuerpo siempre está respirando. Ánclese a la respiración como el barco amarrado ante la tormenta. Siempre estará ahí para usted. Siempre permite ese cobijo en el que contemplar sin esperar nada. Deje atrás toda pretensión de comprensión y control, le aseguro que no la ayudarán. Mantenga la mirada en su respiración, una mirada siempre amorosa.
* La meditación no consiste tanto en sujetar la atención como en familiarizarse con ella... La atención conlleva en el cerebro procesos de distracción que son naturales y que tienen su explicación evolutiva. ... saber que las dictracciones son naturales y necesarias en la meditación disminuye mi furia contra ellas. Un cerebro no ejercitado en la atención entra con facilidad en pensamientos involuntarios, que brotan de forma recurrente y la acaparan. Es una tendencia del propio órgano, y se considera su estado por defecto. Mantener la atención es lo difícil. Sin embargo, la práctica de la meditación de la respiración se apoya en aprender a dar cuenta de estas distracciones.
* Lo bueno de meditar no es sujetar la atención en la respiración, sino que, en el intento de hacerlo, se aprende a conocer la cara oculta de la mente. Ahora doy las gracias a las distracciones como mis maestras y me siento con la intención de observar las sensaciones que deja en mí la respiración. Igual que antes. Pero la llegada de una distracción, o el momento en el que me doy cuenta de que está ahí, se convierte en una observación de la misma, donde la frustración previa ha dado paso a la aceptación, y con amabilidad redirijo la atención a mi objetivo inicial: la respiración. Meditar no es dejar la mente en blanco, sino colocar la atención en el asiento de las sensaciones de la respiración y volver a intentar sentarla una y otra vez cuando se levante.
* Al respirar lento se favorecen procesos como la cognición, la gestión de las emociones y las sensaciones corporal ... No dejes de observar la respiración, sigue siendo un encuentro con el templo que es tu ser....
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Ciertamente, la meditación que nosotros practicamos no es un simple ejercicio para desbloquear y organizar de modo saludable las neuronas. Pero sí que es importantes en los prolegómenos de la meditación fijar la atención en la respiración para adquirir la “serenidad” suficiente que permita estar abiertos y atentos a la Presencia divina. Mejorar la mente y el cuerpo es bueno para mejorar el espíritu. Es gratificante saber que la neurociencia va descubriendo las bases biológicas que explican los beneficios que la práctica de la meditación ha proporcionado a la humanidad a lo largo de los siglos.
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Julio 2025
Casto Acedo